Como un trago de vino vienes
posándote en mis labios.
Entras en mi boca, sin dudarlo,
recorriendo todo el espacio
con un movimiento sutil y apresurado.
Solo unos segundos vives,
solo unos segundos dura el honesto sabor de tu aroma.
Voy a relamidas secas y calientes
cuando tú ya estás bajando,
lentamente,
quemando a cada paso, a cada gota,
dejando siempre un rastro.
Un sabor a terciopelo ajado,
desazón que solo podría aliviar
otro trago.
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